sábado, 29 de noviembre de 2008

Adiós reina mía

En pocas horas, voy a abandonarte. Espero que sepas que no quiero que esta sea una separación definitiva, al final lo nuestro es una simbiosis negativa: ay, cómo me hieres, pero no puedo vivir sin ti.

Discúlpame si no digo que te voy a extrañar. Perdóname, pero no creo que vaya a añorarte, ni siquiera un poquito. Entiendo que hemos pasado momentos maravillosos, pero siento que dejarte es la mejor decisión que he podido tomar… Y prometo intentar no sentir que esto es una dulce, exquisita, merecida venganza; más bien, lo asumiré fríamente, con objetividad. Digamos que me voy, simplemente, porque tiene que ser así.

Me llevo seis pantalones, dos faldas, siete chompas, unos cuantos polos de verano, mis sandalias, las zapatillas guinda, las botas marrones, nueve libros, todas mis mudas de ropa interior y el estuche naranja de discos. He metido también en la maleta el reproductor de DVD, veinticuatro recuerdos dulces y treinta y dos amargos, mi deseo de libertad, mis ansias de vida y una buena dosis de curiosidad. Tal vez me lleve la licuadora y la sanguchera. A ti, te dejo tres maletines de ropa, mi cuarto con todos los muebles, mis postales colorinches, un solo paquete llenecito de resentimiento (está etiquetado), el smog, las nubes con olor a salchipapa, el clóset lleno de represión y ese yugo que creíste indestructible. Por desgracia, se quedan también contigo los buenos amigos, los maestros tocayos y el horno microondas.

Chau Lima gris, volveré a ti con los ojos bien cerrados.

5 comentarios:

Unknown dijo...

Esta tarde en Lima llueve.
Y yo recuerdo
las cavernas crueles de mi ingratitud;
mi bloque de hielo sobre su amapola,
más fuerte que su "No seas así!"
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Se te extrañará, en medio de siete millones de cabezas...

Unknown dijo...

No es fácil ser limeño (como tampoco ser peruano) sin embargo, nosotros -los hijos de la garúa y la neblina- llevamos a Lima muy dentro de nosotros.

Para amar a Lima hay que visitar sus restaurantes o leer su rica historia. Para odiarla, sólo basta viajar en una "combi" en plena hora punta.

Como hijo de la niebla y la garúa limeña te puedo decir que a pesar que nuestra ciudad se endilgó por mucho tiempo ser el Perú, sólo tiene sentido su existencia en cuanto a la dependencia que tiene con los Andes. Y eso lo entenderás mejor ahora que te vas pal Cusco, la Ciudad Imperial.

Ira the man dijo...

Siempre esa sensación de "aléjate pero quédate" con Lima. Se es feliz, pero con una constante desesperación.

Nos encontraremos pronto, Jime? en las callecitas del centro? en la bajada Balta? o por el puente Primavera?

suerte!!!

Fernando dijo...

Nueve libros. ¿Cómo es que hiciste esa elección? Quisiera conocer esa lista. Sabes, a mí se me dio por meter un sólo libro, fue uno de Don Manuel.

Pavel Robles dijo...

Lima es un polo negativo. Y yo en mi ambivalencia, soy negativo tambien cuando estoy en ella y me siento expulsado. Pero desde aqui, y con tanto frio, siento como que Lima me atrae. Aqui soy polo positivo y quiero saltar sobre esa humeda alcantarilla. Aqui y con tanto frio, me urge hasta el aroma a pichi que te recibe en el Jorge Chavez. Ay mi Lima, me gusta tanto extranharte.