martes, 23 de septiembre de 2008

Nota sobre el autor

En un sincero, pero fallido intento por estar bien conmigo misma, acabo molestándome con él, con el resto, con el mundo. Me paso el día quejándome de los nuevos tiempos, de la gente y su manera estúpida de conducirse, de los estándares impuestos por la sociedad sobre lo que es el éxito; todo para sentirme especial. Pero al final, me veo reducida a este pedacito de mí, sintiéndome todavía la gordita buena gente del salón y quizá también una especie de esnob, insulsa arrogante que ve todo por encima del hombro.

A veces los desprecio, pero la verdad es que quisiera ser también un poco como ellos. Como todos los idiotas de mi generación que disfrutan publicando en internet sus fotos en paisajes alucinantes, haciendo cosas que nadie hace o simplemente exhibiendo un buen bronceado. Quisiera ser ellos, pero los odio. Y también quisiera ser esa devoradora de libros que conoce todos los nombres de todos los rusos del mundo, que puede nombrar hasta quince (¡!) ensayistas mujeres y encima entender disertaciones literarias entre sanmarquinos. Pero la verdad es que eso también me disgusta.

Quiero ser un extremo o el otro. O no quiero ser ninguno de los dos. Y cuando descubro una leve tendencia hacia alguno de los bandos, inmediatamente paso a ser detractora. Empiezo a tener la sospecha de que, en realidad, sólo me caigo mal a mí misma.

3 comentarios:

Fernando dijo...

Será un placer leer tu voz.

i r i s e s dijo...

a mi me caes bien.

Z dijo...

Me encantó. Algunas veces puede que me sienta más como tú y menos como yo... o quizá sea porque no sé ni quién soy.
Un beso mi Jime y gracias por compartir-te conmigo.