lunes, 30 de mayo de 2011

Un sueño (02/03/11)

Estoy en una fiesta, en un lugar que parece un hostel. Tiene un espacio al aire libre y tengo la sensación de que las habitaciones están cerca. El sitio se parece mucho a un lugar que he visto en las fotos de mis amigos de Lima, “Pezcarte Cebichería”. Hay un ambiente de fiesta que recién empieza, como si la gente empezara a llegar apenas. Yo también estoy llegando. Me encuentro con Natalie, nos abrazamos. También veo a Pepo, y siento una emoción muy grande al encontrarlo, él está de espaldas, se da la vuelta y está bailando, con un vaso en la mano, como si me hubiera visto el día anterior, con esos movimientos repetitivos, moviendo los brazos a un lado, al otro, cantando siempre canciones que dicen que está feliz, aunque a veces sus ojos me digan lo contrario... Pero cuando lo abrazo y le digo cuánto lo extrañé él me responde el abrazo con igual efusividad. También veo a Miguelito, creo que apenas cruzamos un par de palabras pero estamos igual de emocionados de vernos. Tengo la sensación de que se me acerca y me dice una frase sabia, algo que me sorprende y suena extrañamente profético. No recuerdo la frase.

A pesar de un leve nerviosismo cuyos motivos no sé identificar, me siento muy contenta. Veo llegar a la gente, todos tienen vasos de plástico en las manos y se mueven al ritmo de alguna música, mientras conversan animadamente en parejas o pequeños grupos que empiezan a formarse. El ambiente tiene una luz amarillenta, aunque es de noche no parece ser muy tarde. De pronto, entre la gente, veo pasar a D. Llevaba una camisa que yo reconozco, ahora no recuerdo bien si la naranja de rayas o la azul de cuadros. Lo veo y siento que se me paraliza la respiración. Algo da un vuelco dentro de mí, no sé qué sentir. Natalie me dice algo, puede ser que haya dicho “me olvidé de decirte que él también venía”. Y de pronto lo veo rondando por la fiesta, con un vaso en la mano, y yo siento una creciente desesperación por no saber si ésta será otra de esas noches en las que coge un vaso y no lo suelta más. No pienso acercarme a él, pero espero que él me vea y se acerque a mí. Es imposible. Por momentos lo pierdo de vista, luego vuelve a aparecer, pero la verdad es que él nunca me ve; yo sé que no me está evitando, simplemente no me ve. Y yo no sé qué puedo decirle, no sé cómo abordarlo, por lo que decido no tomar la iniciativa. Pienso en su hermano, y en si llegará pronto para hacerle compañía y si se emborracharán juntos y luego se acercarán para lastimarme. No puedo pensar en que lo quiero, ni en que lo extrañé, ni en nada que tenga que ver con el amor que puedo sentir o haber sentido por él. No hay dulzura, sólo miedo y un poco de tristeza.

Pasa el tiempo y él sigue solo… He visto a Mauro pasar, también lo he saludado, pero nadie se acerca a él, y él no se acerca a nadie. Está solo, dando vueltas con su vaso en la mano, sentándose en pequeños muritos mirando a la gente pasar, absorto en sus pensamientos, como si estuviera sentado en una banca del parque viendo a las palomas y los caminantes pasear. Ahora me parece que lleva la camisa color crema, también a rayas. Y ya no sé si esto lo sentí en el sueño o lo estoy sintiendo ahora, pero es como si lo extrañara.

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